Un sueño sobre segundas oportunidades: Aprendiendo que perder también es ganar

A veces, los sueños tienen una forma peculiar de confrontarnos con nuestro pasado, de cerrar ciclos que quedaron inconclusos o de recordarnos lecciones que, en su momento, no entendimos del todo.  Anoche tuve un sueño que me transportó a uno de los momentos más difíciles de mi adolescencia: el día que decidí abandonar el colegio para repetir décimo en otro.

Repetir décimo no me hizo sentir tan mal. Lo tomé con tranquilidad, como una nueva oportunidad. Pero dejar el colegio anterior sí fue difícil. Fue una decisión que me dolió, que implicó soltar vínculos, rutinas y una parte de mi vida.

Sin embargo, en ese sueño, volví, no con culpa ni tristeza, sino para vivir una especie de redención.



La caída inesperada

Todo comenzó cuando estaba en décimo grado. Aunque me consideraba feliz, mi desempeño en matemáticas y química era apenas aceptable. Me esforzaba, incluso buscaba tutoriales en YouTube con un internet precario que cargaba desde un USB, intentando dominar la nomenclatura química y el plano cartesiano. La institución me promovió a undécimo, pero con la condición de definir si realmente podía permanecer allí.

Al poco tiempo, la profesora de matemáticas —quien también había sido mi coordinadora en décimo y me tenía cierto afecto— entró al salón para anunciar quiénes podían quedarse en undécimo. Desde mi pupitre, escuché cómo pronunció mi nombre y dijo: “Danny, esto no nos dio”. Mis notas, incluso después del refuerzo, eran bajas: 2.8 en matemáticas y 2.6 en química. En ese instante, algo se rompió dentro de mí. Abandoné el salón, hablé con mi mamá y decidí no volver. No aceptaba perder un año.




La decisión que lo cambió todo

Pero la vida tiene formas curiosas de compensarnos. Ese mismo año, ingresé a un colegio nocturno para validar dos grados en uno: la primera mitad del año cursé décimo y la segunda, undécimo. Para mi sorpresa, me fue excelente. Incluso descubrí un gusto por materias como filosofía y física matemática. Me gradué con orgullo, demostrándome a mí mismo que podía lograrlo.


El sueño: una segunda graduación


En el sueño, sin embargo, regresé a aquel colegio tan difícil donde, en un mismo año, me querían hacer repetir décimo. Juan Diego Gómez Gómez, uno de mis mentores, estaba allí firmando autógrafos en una feria del libro. Yo estaba a punto de graduarme por segunda vez —aunque nadie sabía que ya tenía un título de bachiller— y, tras revisar mis calificaciones (esta vez con notas raspando el 3), me felicitó, pero me animó a esforzarme más.




Lo curioso es que en el sueño yo tenía derecho a mi autógrafo porque ya había culminado todo y estaba listo para graduarme nuevamente. Una segunda graduación que no existe en la realidad, algo que no está permitido ni se ha visto jamás. Pero en ese instante, ese imposible era real: yo cerraba un ciclo pendiente. Antes de irme, le confesé en secreto que ya me había graduado antes, que esta era una segunda oportunidad para estar en paz conmigo mismo.

Reflexión final

Ese sueño me dejó pensando en cómo a veces cargamos con fracasos del pasado, incluso después de superarlos. Hoy entiendo que perder hace parte de ganar, que aquella repitencia no fue el fin, sino el inicio de un camino distinto. Volver en el sueño y graduarme de nuevo, aunque fuera simbólicamente, fue como reconciliarme con el Danny Yesid que un día se sintió derrotado.



La vida no siempre sigue el plan que esperamos, pero cada tropiezo puede ser un escalón disfrazado. Lo importante no es cuántas veces caemos, sino cuántas veces nos levantamos con la determinación de seguir. Y, a veces, hasta los sueños nos recuerdan que ya hemos ganado, incluso cuando creímos que habíamos perdido.

Porque al final, de eso se trata: de encender ese fuego interior, de vivir EN MODO HERVIR, con la convicción de que podemos lograrlo todo. Y cuando aparezcan los miedos, recordar esa voz que grita: ¿QUIÉN DIJO MIEDO?. Solo así entendemos que perder también es ganar, y que cada caída no es un final, sino el impulso para escribir nuestra mejor versión.